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(rjguadog) #1

ONOMÁSTICA


La toponimia del mundo del interior de la tostadora, con habituales referencias
a científicos e ingenieros terrestres, es uno de los misterios más encantadores de
«El Valle». Quizá, solo quizá, en los años veinte del siglo XX hubo migrantes
procedentes de la Tierra, personas sabias que quisieron explicar a los
tostarricenses por qué vivían dentro de un electrodoméstico. Quisieron explicarles
que el exterior es verdad, causa y esencia de la tostadora; invitarles, tal vez, a
ascender a nuestro mundo y contemplar la auténtica luz que da forma a las cosas
que perciben. En ese caso, habría que buscar sus nombres en las sentencias de
muerte.
Jouleburg, la capital, debe su nombre a James P. Joule. Este físico es
considerado en el mundo del interior de la tostadora algo más que un ser humano.
Es por el efecto Joule (se disipa calor cuando por una resistencia circula corriente
eléctrica) por lo que podemos calentar un par de tostadas cada mañana. Si es
importante para los que vivimos fuera, ¡imagínense para los tostarricenses!
Kelvinia se deriva del barón Kelvin, William Thomson. Por algo la ciudad está
sita en Isla Thomson. Este matemático, físico e ingeniero irlandés explicó el
efecto termoeléctrico y calculó el cero absoluto de temperatura, que se halla en los
cero Kelvin. Pues no parecía tan difícil.
Hertzig se nombró con el apellido del descubridor del efecto fotoeléctrico,
Heinrich R. Hertz.
Wattown fue probablemente nominada en honor al ingeniero escocés James
Watt, famoso por sus contribuciones a la máquina de vapor. En el mundo del
interior de la tostadora, la potencia se mide también en vatios o en caballos, a
pesar de que nunca medraron los caballos en las vegas del Chromel.
Striten se llama así por Charles P. Strite, que patentó la tostadora de eyección
automática.
Shumana, la ciudad de los espejos, puede encontrar su justificación toponímica
en Frank Shuman, pionero en energía solar. Predijo que la humanidad satisfaría de
este modo sus necesidades energéticas, prescindiendo de la combustión... algún
día. Las obras de ficción que dibujan ese escenario bien podrían ser catalogadas
como Shumanpunk. O como inverosímiles.

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