Autoridad de Su Majestad Don Fernando VII. Además pasó otra
proclama ordenando la reorganización de los antiguos Ayuntamientos
Absolutistas.
Con la restauración del absolutismo, la isla volvió a perder,
como en 1814, la condición de parte integrante de la Monarquía
Española y los puertorriqueños nacidos libres, el título de ciudadanos
para recuperar, aquella la categoría de colonia y éstos la de vasallos.
Mientras tanto, los separatistas puertorriqueños se aventuraron
a dirigir al Gobernador una comunicación invitándole a proclamar la
Independencia de la isla. El Mariscal de la Torre rechazó la invitación
separatista e inmediatamente publicó el 2 de marzo de 1824, un largo
artículo puntualizando los grandes perjuicios que a su entender traería a
la isla la independencia y comenzó a perseguir a los independentistas.
Fiestas en Añasco dedicadas al Rey Fernando VII en 1826
En toda la Isla de Puerto Rico, se celebraron fiestas públicas ,
el primero de octubre de 1826, dedicada a la feliz restauración de la
soberanía de Su Majestad y libertad de su Real Persona, el Rey
Fernando VII. En Añasco, también fue celebrado el referido día con
toda la debida ostentación, cuya parte fue como sigue:
“Alcaldía Real Ordinaria de Añasco
Excelentísimo Señor
“Este pueblo siempre constante en su amor y fidelidad al Rey
Nuestro Señor, jamás podrá olvidar el venturoso día 1 de octubre, como
que recuerda a la nación española, el más grande y glorioso hecho que
registrarán sus anales”.
“Así es que en la noche del 29 del próximo pasado, como
ante-víspera del aniversario que siempre se celebra en memoria de la
feliz libertad del Rey y restitución a la plenitud de su Soberanía, salí
acompañado con el Comandante Militar, Padre Cura y Sargento Mayor
con todos los vecinos de este pueblo con una alborada, cantando a son
de música, a fin de que impuestos todos del noble objeto que nos
impulsaba, contribuyesen a dar a la función todo el esplendor que fuese
posible; y efectivamente, al amanecer del siguiente día todas las casas
de la población aparecieron adornadas con banderas de diferentes
colores y haciéndose fuego de mosquetería y artificial desde que el alba
se hizo la señal a toque de caja y con repique de campanas”.
“El Padre Cura, Don Francisco Pimentel, fervoroso amante del
Monarca, se hizo cargo de poner en su balcón el retrato de nuestro
adorado Soberano, el Señor Don Fernando VII, bajo de dosel y con
todos los primorosos adornos que pudieron hallarse en esta localidad,
habiéndose practicado por la noche una iluminación general”.