suposición de que una mujer solo puede ser feliz si se entrega
por completo a competir con los hombres en el mundo laboral,
luego, cuando se encuentran cerca de la menopausia, se dan
cuenta que han conseguido realizar ese mito, pero entonces
comprenden que eso no les llena porque lo que realmente les
ilusiona es ser madres. Otras mujeres tratan de realizar largas
jornadas de trabajo para ser igual que los hombres, pero al
mismo tiempo ser madres, esto también les llena de angustia,
porque entonces trabajan dentro y fuera de casa. Esto, en
muchos casos desemboca en discusiones con sus maridos,
porque si ambos trabajan muchas horas fuera de casa nadie va a
tener tiempo para ocuparse de la casa y los hijos. Esta situación,
muchas veces termina en un divorcio sin llegar a entender qué es
lo que ocurrió. Esto no pasaría si las feministas entendieran que
la especialización en el trabajo aumenta la eficiencia de ese
trabajo. Habría sido mucho mejor si nunca se las hubiera
animado a competir con los hombres y se hubieran dedicado a
tener los hijos que la sociedad necesita y una vez los hijos se
fueran haciendo mayores podrían ir poco a poco
reincorporándose al mundo laboral fuera del ámbito familiar. De
este modo, habrían podido criar a los hijos y atender la casa
manteniendo aún mucho tiempo libre tanto ellas como sus
maridos.
Es cierto que hay mujeres que nacen con defectos genéticos que
determinan que no se sientan identificadas con su sexo y por eso
quieren que se les deje vivir como hombres. En realidad, los
accidentes genéticos no provocan que una persona nazca con
una orientación sexual opuesta a la que indican sus órganos
sexuales, lo que si puede ocurrir es que su orientación sexual
esté débilmente enfocada al sexo que le corresponde. Es decir
que un accidente genético no puede imponer un
antonio.p
(Antonio.P)
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