El Mundo - 09.09.2019

(National Geographic (Little) Kids) #1
A C T U A
L I D A D
E C O N Ó
M I C A

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A C T U A
L I D A D
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n la mayoría de las economías


desarrolladas, la inflación, medida


por los índices de precios al


consumo, se ha mantenido por debajo del


objetivo fijado por los bancos centrales a


pesar de la intensa expansión monetaria


instrumentada por ellos desde los inicios


de la Gran Recesión. Este fenómeno


parecería indicar que la


relación entre el dinero y


el nivel general de precios


ha dejado de existir o, al


menos, no tiene la robus-


tez predicada por la


Teoría Cuantitativa del


Dinero. Por tanto, los


institutos emisores no


tienen capacidad para


lograr sus objetivos, esto


es, aumentar o reducir la


inflación. Esta cuestión se


ha convertido en un tema


de extraordinaria actuali-


dad e importancia en la


discusión teórica y


práctica de la política


económica.


En principio, la estrate-


gia de expansión cuanti-


tativa (QE en sus siglas


inglesas) implantada


desde 2008 y el consi-


guiente incremento de las


reservas de efectivo de los


bancos debería haberse


transmitido de manera


más o menos inmediata a


la economía real, generan-


do tensiones inflacionis-


tas. Esto no ha sucedido


por el momento. Sin duda,


existen explicaciones


alternativas y comple-


mentarias para explicar la


ausencia de presiones


alcistas sobre el nivel general de precios,


pero hay una bastante sencilla y tiende a


ignorarse. Las medidas regulatorias sobre


las entidades crediticias para que reduz-


can sus balances junto a su propia estrate-


gia de saneamiento se han traducido en un


débil crecimiento de la cantidad de dinero


en circulación (la M3), como lo reflejan con


claridad los bajos incrementos en la renta


nominal que se han registrado durante el


período de vigencia de la QE. Esto es


suficiente para justificar la inexistencia de


un incremento de la inflación en los


estados de la OCDE. Ese hecho determi-


nante se ha visto acompañado por factores


metamonetarios. Ceteris paribus, una


creciente literatura muestra la correlación


entre el envejecimiento de la población y la


presencia de bajas tasas de inflación.


Japón es un caso paradigmático. La razón


estriba en la menor propensión al consumo


de los mayores frente a las cohortes de


edad media y joven. Un reciente estudio


muestra que entre 2010 y 2016, la evolu-


ción demográfica de las sociedades avan-


zadas, con su descenso de la ratio de


dependencia de los jóvenes frente al


aumento de la de los mayores, está asocia-


da con una caída anual de la inflación de


una décima (Gajewski P, “Is Ageing Defla-


tionary? Some Evidence from OECD


Countries”. Applied Economics Letters,


2015).


La globalización ha tenido también un


impacto considerable sobre la persistencia


de una inflación baja en las economías de


la OCDE. Claudio Borio y Adrew Filardo


consideran que los actuales modelos de


inflación están demasiado centrados en los


países, ignorando el creciente papel que


desempeñan los factores globales sobre los


procesos inflacionarios o deflacionarios.


La razón argüida es que la sensibilidad de


la inflación a las brechas de producción


doméstica (la diferencia entre el PIB


presente y el potencial) ha descendido de


manera acusada mientras las de produc-


ción a escala mundial se han elevado. En


paralelo, la internacionalización de los


bienes y de los mercados financieros ha


alterado de manera significativa el com-


portamiento de las variables macroeconó-


micas en los países industrializados, entre


ellas, la inflación.


También los avances tecnológicos han


reducido los precios de los bienes que usan


las nuevas tecnologías de manera masiva,


impulsando el crecimiento y la productivi-


dad y debilitando las tensiones inflaciona-


rias. Esta hipótesis se compadece bien con


la etapa anterior a la Gran Recesión, pero


no con una coyuntura en la cual la produc-


tividad es inferior a la registrada en el


ciclo anterior a la crisis. El argumento


empleado por un buen número de econo-


mistas para obviar esa objeción es la


extensión de la denominada “economía


colaborativa”, que permite la utilización de


bienes y servicios que de otra manera no


se emplearían, lo que conduce a la dismi-


nución de su precio. Si bien esta tesis es


plausible, parece bastante exagerada a la


vista del aun modesto peso de aquella en el


PIB de la mayor parte de los estados de la


OCDE.


Algunos economistas sugieren que la


conexión entre tipos de interés e


inflación esperada, propuesta por


Irving Fisher, implica que el


mantenimiento de una política de


tasas de interés bajas durante una


fase dilatada de tiempo debe


implicar baja inflación. Si la


autoridad monetaria mantiene el


precio nominal del dinero a tipo


cero en un espacio temporal largo,


la inflación proyectada es igual a


una tasa de interés real negativa.


Por tanto, en este contexto, la


elevación del nivel general de


precios exigiría subir los tipos


nominales de interés. Esta pro-


puesta contraintuitiva estaría


avalada por la experiencia japone-


sa, donde las tasas de interés


nominales están alrededor de cero


desde finales de los años 90 y la


inflación no ha mostrado signo


alguno de incrementarse.


Dicho lo anterior, la evaluación


de la presencia o no de tensiones


inflacionistas en función solo o


principalmente de los IPC resulta


un erróneo, insuficiente y falso


indicador. Desde una óptica


monetarista clásica, el volumen de


liquidez acumulada por el sistema


bancario se traducirá antes o


después en un fuerte aumento de


la cantidad de dinero en circula-


ción y, en consecuencia, de la


inflación. Por otro lado, la distor-


sión de los precios relativos


generada por una acción monetaria tan


laxa como la vigente induce una mala


asignación de recursos que genera burbu-


jas de activos y malas inversiones que se


volverán insostenibles cuando las tasas de


interés se normalicen. Estas dos dinámicas


no podrán ser aminoradas de manera


significativa por los elementos reales que


han presionada a la baja sobre el precio de


los bienes y servicios, menos aún en


un marco de auge proteccionista.


LA EXPANSIÓN
CUANTITATIVA
DEBERÍA
HABERSE
TRANSMITIDO A
LA ECONOMÍA
REAL Y LOS
PRECIOS, PERO
NO HA
SUCEDIDO POR
EL MOMENTO


UNA POSIBLE
EXPLICACIÓN
ES LA
DEMOGRAFÍA:
UNA
POBLACIÓN
ENVEJECIDA,
COMO LA
OCCIDENTAL,
TIENE MENOR
PROPENSIÓN
AL CONSUMO
QUE OTRA MÁS
JOVEN

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as


bri


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tes


E


MIGUEL SANTAMARINA

Contra la Corriente

Inflación


bajo


cero


Por Lorenzo
Bernaldo
de Quirós
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