EUMARIA

(AV) #1

El dueño veía la escena mientras limpiaba uno de los vasos de la
estantería. De pronto este sugirió algo con amabilidad.


—Muchacho, ve y acompaña a la niña hasta su casa. No está lejos
de aquí.


—Jefe. ¿Está seguro?... ¿Y el trabajo?
—No te preocupes. Tú solo llévala, ella debe estar muy asustada. Yo
me encargaré del negocio.


—E-Está bien. Lo haré. —El joven la tomó de la mano, y con una
amable sonrisa, dijo—: Vamos, preciosa, te llevaré a casa.


Návila se secó los mocos y las lágrimas. Caminó guiando al joven
hasta su casa.


Vete, muchacho, y descubre la verdad. Vete y haz lo que los
cobardes como yo no pudimos, pensó el dueño del local.


Mientras caminaban por las lindas casas del vecindario, él se percató
de que una en particular estaba bastante descuidada y deteriorada.


—¡Allí está mi casa! —exclamó ella apuntando hacia la fea fachada.
—¿E-Esa es... tu casa? ¡Está bien!... ¡Vamos!
El jardín parecía un bosque; había botellas de licor tiradas en él, y
arbustos secos sin regar. La casa tenía una pequeña puerta de madera bordó
y una ventana del mismo color a su lado. La pintura blanca del exterior se
deshacía poco a poco de las paredes. La niña soltó la mano del empleado y
abrió la puerta girando el picaporte redondo.


—¡Mami... ya llegué!
El joven quedó helado cuando vio a una señora tumbada casi
moribunda en el suelo; era la mujer a la que él siempre rechazaba.


—¡¿Qué?! ¿Esta mujer... es tu ma...
Mientras él preguntaba eso, Návila tomó a su madre de uno de sus
brazos, ayudando a reposar su espalda sobre el sofá. El joven se acercó
lentamente. Miraba el pésimo estado en el que se encontraba la mujer.
Luego observó a su alrededor, y vio que el interior de la casa se veía aún
peor que la fachada externa.
—¿Có... Cómo sobreviven en este lugar?
Návila respondió con inocencia.

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