—Sí, por favor.
Los dos se sentaron, y luego de un incómodo silencio, el jefe
finalmente habló.
—Hace siet... No... Hace ocho años para ser precisos, se celebró
aquí en el barrio una fiesta de graduación para los alumnos de un colegio
cercano. Toda la comunidad asistió. En ese entonces mi negocio era mucho
más pequeño y aún no había comprado este terreno.
››El punto es que en esa fiesta se consumió bastante alcohol.
Algunas personas bebieron más de la cuenta, y entonces cometieron un
hecho lamentable. Esa mujer era una chica normal como cualquier otra;
sonriente, feliz, con sueños y metas. Pero dos sujetos, Pedro y Víctor,
planearon algo macabro.
››La emborracharon hasta el punto de que ni siquiera podía ponerse
de pie. Luego la llevaron al patio trasero del colegio, cerca de unos
arbustos, y abusaron de ella. Hicieron eso mientras toda la aglomeración se
encontraba festejando al otro lado del edificio. Al día siguiente la
encontraron desnuda y con rastros de sangre. En el hospital confirmaron
que había sido abusada sexualmente.
››Las personas comenzaron a verla con otros ojos, y la sociedad la
empezó a acosar de manera sistemática. Esta le dio la espalda en vez de
protegerla. Por eso ella dejó de hablar con la gente del vecindario, pues ya
era lo suficientemente duro tener que soportar el trauma que suponía ese
trágico hecho, como para escuchar diariamente murmullos de todo tipo:
“eso le sucede por puta”, “para eso se junta con hombres borrachos”.
››Oír diariamente esos comentarios fue demasiado para su débil y
sufrido corazón. Debido a eso se refugió en la bebida... y desde entonces no
ha dejado de beber hasta el punto de volverse una adicta.
—Pero ¿¡Por qué!? ¡¿Por qué no apresaron a los abusadores!? —
preguntó el empleado bastante furioso.
—Muchacho, vivimos en Estrexia; una ciudad avanzada. ¿Te
imaginas la bajeza moral que tendríamos si una noticia como esa llegara a
las otras zonas de la región? ¡Sería la peor vergüenza para el barrio! Así que
solo decidimos guardar silencio.