—Pero, señor, con el respeto que usted se merece..., ¿no sería mejor
construir y mejorar las regiones en desarrollo usando como base las
ciudades ya desarrolladas?
››¿Acaso no sería contraproducente destruirlo todo y comenzar
desde cero?... ¿Eso no supondría para usted el doble de esfuerzo?
Su líder sonrió al escuchar ese comentario.
—Como esperaba de ti, mi querido Nordok, tienes un razonamiento
coherente y lógico. Y es verdad, soy consciente de que mi idea es
descabellada y contraproducente.
—Entonces... ¿Por qué lo hace? —preguntó Nordok con
desconcierto.
Caluti suspiró.
—Déjame hacerte una pregunta, muchacho... ¿Para ti sería justo?
¿Llamarías justicia a eso? ¡¡Yo no!!... ¡¡Yo lo llamo impunidad!! —El
magnate frunció el ceño con muestras de mucho enojo—. ¡Estas ciudades
crecieron a expensas de las desgracias ajenas!
››Las vidas lujosas que las personas del sur disfrutan hoy, es gracias
a que sus ancestros pisotearon la paz y los sueños de la gente del noroeste.
¿Crees que sería justo perdonarlos después de lo que hicieron hace
doscientos años?
››¡La sangre de miles de pigmentados grita pidiendo justicia! ¡¡Cada
día imagino esos llantos desesperados rogando que estas personas reciban la
retribución merecida de sus actos!! ¡¡Y eso es lo que haré!!... ¡¡Les haré
pagar a todos!!
—Ya... Ya veo —expresó Nordok no muy convencido.
—Muchacho, ven, acércate.
El orain dio unos pasos y se colocó a un metro detrás de Caluti, para
que así ambos contemplaran el paisaje de Gani. Bajo los rascacielos veían
el movimiento de los vehículos y el ajetreo de cientos de personas que
estaban envueltas en los sonidos de la ciudad.
—Nordok... ¿Qué es lo que ves a través de estos cristales?
—Yo... veo a gente moverse. —El coloso intentaba ser preciso con
sus palabras—. Veo a una ciudad bastante ruidosa y en constante
movimiento; observo a personas yendo de un lugar a otro.