UNOS MINUTOS ANTES
—¿¡Estás bien, Esmeralda!? —preguntó Lucas desactivando su
casco mientras la abrazaba.
Ella se encontraba malherida y todavía un poco aturdida. La joven
se puso de pie con la ayuda del gemelo, y una vez que logró incorporarse,
esta comenzó a caminar buscando a Návila entre los escombros. Esmeralda
avanzaba torpemente y con la voluntad intacta, pues no sentía dolor debido
a la adrenalina.
—Dónde... está... esa... perra —decía con la voz raspada y con el
ceño fruncido.
—¡¡Espera!! ¡¡¿A dónde vas?!! —preguntó Lucas con
preocupación.
Ella encontró un brazo desmembrado junto a un rastro de sangre que
conducía hacia unos escombros. El fuego flameaba por los alrededores, y
algunos muros seguían cayéndose a pedazos. También se empezaron a
escuchar varias sirenas acercándose a lo lejos.
La chica vio a Návila tirada e inconsciente en un charco carmesí y
viscoso. La mujer tenía el rostro completamente rojo, sin uno de sus brazos
y con el pedazo de vidrio todavía clavado en el ojo. Esmeralda se acercó y
volteó el cuerpo, luego metió la mano en los bolsillos de su campera y
recuperó el SRI.
De repente, tanto ella como Lucas vieron salir del garaje a unos
treinta drones que se dirigían hacia el bosque. Inmediatamente después de
eso, salieron Lu, Cleman, Abigail, Susan y Cloe completamente ilesos.
—¡¡Hermano!! —gritó Lucas emocionado al ver a Lu.
—¡¡¿Dónde está Morgan?!! —preguntó Cloe con lágrimas y muy
preocupada.
—¡Qué carajos! —comentó el detective mientras sostenía a la
señora Susan y veía todo el desastre.
Ellos se acercaron a Esmeralda, quien finalmente cayó de rodillas
por el cansancio. Las chicas se asustaron al verla con tanta sangre encima, y
Susan sintió náuseas cuando observó el cuerpo cercenado de Návila.