más soportable; llegando a los 10 °C. Eran muy pocos los que podían
aguantar esas temperaturas extremas, por eso en el último censo se registró
una población de 150.000 habitantes, cantidad que iba en descenso por la
emigración masiva hacia las otras ciudades; principalmente hacia Tartanas y
Blomuria.
Un millonario terrateniente de Tartanas se ofreció a construir un
crucero para celebrar las relaciones comerciales establecidas con la gente de
Pligia. Este era un hombre visionario que deseaba tener acceso al mar con
el fin de ampliar las fuentes de ingreso de su territorio, pues la economía de
esa ciudad únicamente consistía en la explotación de imanes que luego eran
transportados hasta Lamkar. Sin embargo, para hacer eso debía atravesar
varias ciudades, las cuales lamentablemente demandaban grandes aranceles.
El sujeto, ya cansado de pagar precios exorbitantes por transportar
sus productos, llegó a la conclusión de que sería más factible si lograba
estrechar lazos con la única región vecina que sí aceptaría hacer un trato
con él. Así conseguiría una salida al mar, y de esa forma enviaría su materia
prima en barcos hasta el puerto de Lamkar. Las negociaciones se efectuaron
con éxito y se llevó a cabo una ampliación del muelle. También se
construyó un mejor puerto, y ese día sería su inauguración.
HORAS ANTES
Era un día soleado. Cientos de personas subieron al crucero,
entusiasmadas por el viaje, pero sin saber que ya no habría retorno.
Cruzaron por las costas de Blomuria, cuando de repente el barco perdió
comunicación con la central. Se escuchó una explosión proveniente de la
cocina. Las turbinas del crucero dejaron de funcionar, en tanto se
escucharon más y más explosiones. El barco comenzó a hundirse al partirse
desde la popa. Las personas se empujaban y saltaban al agua en su
desesperación, desconociendo que morirían congeladas al anochecer.
Una gran parte de la tripulación murió con las explosiones.
Solamente quedaban el capitán, algunos trabajadores, varias mujeres, y los
gemelos. Este ordenó a sus hombres que prepararan dos botes salvavidas, y
estos lo hicieron de prisa. Las mujeres y los niños subieron en uno, mientras
que el capitán y los suyos en el otro. Remaron para alejarse lo máximo
posible del barco que se estaba hundiendo frente a sus ojos. Él lloraba y se