El Mundo - 21.10.2019

(Steven Felgate) #1

EL MUNDO. LUNES 21 DE OCTUBRE DE 2019
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MUNDO


ciales. Y los manifestantes pacíficos
se encuentran una y otra vez con
una reacción desmedida en forma
de chorros de agua y gases lacrimó-
genos lanzados por las fuerzas de
seguridad. ¿Cómo calmar Chile? Al-
go de eso debería comenzar a perfi-
larse a partir de la reunión de los
tres poderes del Estado que el do-
mingo por la tarde tuvo como sede
el Congreso Nacional en Valparaíso,
una ciudad en la que la situación
fue especialmente violenta durante
el fin de semana.
En Pudahuel, el aeropuerto in-
ternacional de Santiago, los áni-
mos estaban caldeados. Más de 90
vuelos cancelados, esperas eternas
para embarcar o simplemente te-
ner información.
La reanudación de las clases fue


motivo de desconcierto también,
porque la decisión se dejó en manos
de cada alcalde del área metropoli-
tana, pero la frágil situación de se-
guridad y las dificultades con el
transporte hacen pensar que la ma-
yoría de los niños y estudiantes se
quedará en sus casas. Todo es in-
cierto tras un fin de semana que (es-
tá por verse) puede cambiar mu-
chas cosas en Chile.


SEBASTIÁN FEST BUENOS AIRES
Durante años, Chile fue considera-
do el país modelo de América Lati-
na, una economía que no dejaba de
crecer, un país exportador y que iba
creando una clase media poderosa
mientras aumentaba su PIB per cá-
pita. Este fin de semana, Chile
asombró al mundo con una explo-
sión de violencia y una protesta
masiva que pone todo en cuestión.
¿Qué está ocurriendo?

¿Por qué estallaron las protestas?
Las clases medias chilenas –sería
un error pensar que esta protesta
se centra solo en las clases bajas–
vienen sufriendo y quejándose del
creciente costo de la vida. «Se acu-
mularon una serie de problemas
sin resolver, como la salud y la edu-
cación y se sumaron alzas de pre-
cios consecutivas este año en la luz,
el agua, el transporte, los medica-
mentos, las cosas del diario vivir de
la gente», destaca el periodista Fe-
derico Grünewald. «Cerca del 74%
de las familias está sobreendeuda-
da, la luz subirá de nuevo en enero
y pagas un pasaje como si estuvie-
ras en Londres. Los sueldos no au-

mentan y el Gobierno dilata una re-
forma para rebajar la cantidad de
horas laborales. Así, el malestar
desborda», añade. Y en esta sema-
nas hubo una frase que hizo subir
el enojo en amplias franjas de la
población. La dijo el ministro de
Economía, Juan Andrés Fontaine:
«El que madrugue será ayudado
con la tarifa del transporte».

¿Cómo se estructura la sociedad?
Es una sociedad aún muy clasista y
discriminatoria, un país que auto-
máticamente distingue en función
del color de piel y el poder económi-
co. Es, también, un país de fuerte in-
fluencia del catolicismo más ortodo-
xo e impregnado por un fuerte ma-
chismo. Algunos de esos patrones
de conducta han comenzado a cam-
biar en los últimos años, en especial
desde las manifestaciones masivas
de estudiantes en 2011, durante el
primer Gobierno del conservador
Sebastián Piñera. Un recorrido por
Santiago de Chile alcanza para no-
tar las diferencias: en el centro,
«Sanhattan», el bello e impactante
sector financiero y de negocios de la
capital, que los chilenos gustan de

comparar con Manhattan. En los
cerros, en los sectores más altos de
la ciudad, mansiones espectacula-
res y mayoría de rostros claros. En
la periferia, barriadas deprimidas y
el predominio de la tez oscura de
los pueblos originarios. ¿Y la clase
media? ¿No había crecido, no era
pujante? Sí, Chile hizo grandes pro-
gresos y su pueblo ganó en educa-
ción y civismo, pero la analista Ale-
jandra Pizarro advierte de su fragi-
lidad: «El 60% de la clase media
chilena es muy vulnerable. Cual-
quier cosa que ocurra la hunde en
la pobreza. Por eso se vive psicoló-
gicamente con la angustia y el mie-
do». Las estadísticas confirman que
la brecha entre los más ricos y los
más pobres sigue creciendo pese a
20 años de bonanza económica
consecutivos.

¿Es Chile un modelo deseable o fallido?
«Chile es hoy un país de clase me-
dia y en el contexto de las naciones
es un país que salió de la clase baja
y pasó a ser de clase media. El éxito
económico de Chile, más el consen-
so económico subyacente que exis-
tió en la post dictadura ya se agotó,
se agotó probablemente tras las
marchas de estudiantes de 2011»,
explica a EL MUNDO Jaime Bello-
lio, diputado oficialista crítico del
Gobierno. Claudio Ramírez, aboga-
do y emprendedor chileno, lo sinte-
tiza con una imagen de impacto:
«Chile no ha encontrado su relato
aún, es muy corporativo, no tiene
nada de épica. Es un buen Holiday

Inn, un hotel de negocios». «Esta-
mos ante el momento más difícil
que le ha tocado vivir [a Santiago]
desde la vuelta a la democracia»,
aseguró la alcaldesa metropolitana
de Santiago, Karla Rubilar.

¿Por qué tanta violencia?
Chile fue uno de los principales es-
cenarios de la Guerra Fría en Amé-
rica Latina, con fuerte presencia de
organizaciones revolucionarias de
inspiración comunista. Y la dictadu-
ra de Augusto Pinochet, entre 1973
y 1990, fue una de las más duras de
la región. Al regresar la democracia,
Pinochet protagonizó algo insólito
para otros países, porque permane-
ció como jefe del Ejército, primero,
y senador vitalicio, luego. Acostum-
brado a obedecer y agachar la cabe-
za en una sociedad clasista, la reac-
ción del chileno, una vez que llega,
puede ser feroz. El hecho de que los
carabineros frecuentemente repri-
man con carros de agua y gases la-
crimógenos a manifestantes pacífi-
cos enardeció a muchos en estos dí-
as. Otros buscaron expresamente la
violencia y promovieron los sa-
queos. «Aunque estén saqueando
no son todos delincuentes, pero am-
parados en el grupo cometen deli-
tos», advierte el psiquiatra Ricardo
Capponi. «Son conductas regresi-
vas que se producen cuando se está
amparado por un gran grupo. Las
protestas fueron iniciadas por estu-
diantes, pero luego pasaron a ser di-
rigidas por grupos políticos. Se ne-
cesita un acuerdo político».

Entre una idílica


economía y una


sociedad vulnerable


P & R


Soldados chilenos hacen guardia a las puertas de un supermercado incendiado durante una protesta, ayer, en Valparaíso. JAVIER TORRES / AFP


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Muertos.
Asfixiados en un
supermercado y una
fábrica saqueados e
incendiados este fin
de semana en el país.
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