Expansión - 12.09.2019

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Opinión


46 ExpansiónJueves 12 septiembre 2019

E


l riesgo de aparición de dificul-
tades, no sólo pero especial-
mente financieras, es inheren-
te a la existencia misma de las empre-
sas privadas: las decisiones empresa-
riales de todo tipo, desde la creación
de una empresa hasta la contratación
de personal o la realización de inver-
siones, se toman siempre a partir de
previsiones –a veces fruto de muy so-
fisticados análisis, otras de la pura in-
tuición personal–. Pero todas las pre-
visiones pueden fallar, porque el fu-
turo es siempre incierto, y cuando es-
to ocurre aparecen de modo reflejo
problemas de diversa índole que, más
tarde o más temprano, pueden termi-
nan afectando a la tesorería; es decir,
a la capacidad de cumplir los com-
promisos de pago asumidos. La caída
en insolvencia acecha siempre.
En un sistema tan interrelacionado
como el actual, cuando surgen difi-
cultades no afectan de manera aisla-
da a una empresa concreta, sino a un
conjunto de sujetos: si un deudor no
puede pagar, sus proveedores tampo-
co ingresan lo que esperaban y gene-
rarán sus propios problemas, los tra-
bajadores acaso tarden también en
cobrar de forma que no pagarán la hi-
poteca... y así en cadena, pasando des-
de luego por retrasos en el pago de
impuestos o de cotizaciones a la Se-
guridad Social. Por eso, en todos los
países existen mecanismos dirigidos
a encauzar estas situaciones, procu-
rando minimizar las consecuencias.
En España, el concurso de acree-
dores es el proceso establecido para
tratar de paliar el problema de la in-
solvencia; instituciones similares
existen en todos los países de la UE, y
en todo el mundo. Sin embargo, no
puede decirse que aporten una ver-
dadera solución en términos de efi-
ciencia, al menos en nuestro país: los
procesos se hacen interminables en
unos juzgados servidos por jueces de
excelente preparación y disposición,
pero carentes de medios; las empre-
sas acuden al concurso demasiado
tarde y con frecuencia mal asesora-
das; y acaso el sistema preste más
atención a las formas que a unos obje-
tivos a su vez mal definidos. Por estas
y otras razones, el número de concur-
sos en España está muy por debajo de
lo que sería razonable en relación a
nuestro tamaño, unos 4.000 al año,
cuando según el entramado empre-
sarial deberían ser no menos del do-
ble o el triple de esa cifra: en Portugal
son unos 6.000 concursos, en Francia
55.000, en Alemania 20.000, en Italia
14.000, y en Bélgica 10.000. Lo más
negativo es que de esos 4.000 con-
cursos anuales, más del 90% termi-
nan en la liquidación y desaparición
de la empresa.
Dejando constancia explícita de la
ineficiencia de los sistemas vigentes
actualmente en el conjunto de Esta-

dos miembros, la UE aprobó el pasa-
do junio la Directiva del Parlamento y
del Consejo sobre reestructuración e
insolvencia, que ya ha sido publicada
en el Diario Oficial de la Unión Euro-
pea; a partir de aquí, en el plazo de
dos años los Estados deberán incor-
porar a su legislación interior las nue-
vas directrices, que suponen un pro-
fundo cambio de perspectiva y de re-
medios para la búsqueda de solucio-
nes a las empresas en dificultades.

Pilares fundamentales
La nueva orientación se basa en tres
pilares fundamentales: marcos de re-
estructuración preventiva, no nece-
sariamente judicializados, que a par-
tir de herramientas de alerta tempra-
na debieran convertirse en el instru-
mento esencial, aplicando medidas
adecuadas en tiempo oportuno que
permitan superar las dificultades
adelantándose y evitando llegar a la
crisis; procedimientos de insolvencia,
para los casos en que no haya dado re-
sultado suficiente la reestructura-
ción, o no sea posible aplicarla por au-
sencia de viabilidad u otras causas; y
exoneración de deudas de manera
que los empresarios honestos en in-
fortunio puedan realmente disponer
de nuevas oportunidades en condi-
ciones razonables, sin tener que emi-
grar como ahora acontece.
La preocupación por la lentitud de

los procedimientos actuales es paten-
te en la Directiva, y por ello se estable-
cen plazos muy concretos en cuestio-
nes tales como la suspensión de eje-
cuciones mientras se negocia un plan
de reestructuración, que en general
no deberá superar los cuatro meses,
ampliables hasta un máximo de doce
meses en casos excepcionales, tiem-
po en el cual debería haberse comple-
tado la tramitación del plan; o el plazo
previo para la exoneración total de
deudas, que no podrá exceder de tres
años.
Se avecina una etapa de modifica-
ciones normativas en España, de las
que esperemos resulte un sistema
más eficiente como propugna la Di-
rectiva. Pero sólo será posible si el es-
fuerzo no se queda en los textos y las
formas, sino que éstos vienen prece-
didos del necesario cambio de men-
talidad en aspectos tales como la
asunción por las Administraciones
Públicas de los sacrificios recaudato-
rios necesarios para la reflotación de
empresas viables manteniendo y me-
jorando el empleo (no sólo en núme-
ro, sino también en condiciones), eli-
minando de verdad la proliferación
de privilegios, y que de una vez se do-
te de medios humanos y materiales
acordes a las exigencias del siglo XXI
a las instituciones encomendadas de
aplicar los nuevos instrumentos.

L


a economía europea atraviesa actualmente un
período de debilidad general, aunque la deman-
da inmobiliaria sigue siendo fuerte en la mayo-
ría de los países. La oferta sigue estando en gran medi-
da restringida. Los volúmenes de inversión están dis-
minuyendo a pesar de que los precios se mantienen en
niveles históricamente muy altos. La sostenibilidad de
esta situación depende en gran medida del devenir del
rendimiento de la deuda pública.
El futuro de los tipos de interés ha sido durante mu-
cho tiempo una fuente de fascinación y, a la vez, de
preocupación para los inversores inmobiliarios. El en-
torno de bajos tipos de interés de la última década ha
beneficiado al sector inmobiliario, ya que existe una ba-
se de inversores similar para estos activos y los bonos
del Estado. La situación de los bonos de bajo rendi-
miento ha supuesto que se ha asignado más dinero a los
bienes inmuebles, lo que ha hecho su-
bir los precios. Sin embargo, la opi-
nión generalizada es que los tipos co-
menzarán a subir tan pronto como se
frene la política monetaria expansiva
de los bancos centrales. Ésta ha sido la
idea durante los últimos años, pero
las previsiones han sido sistemática-
mente erróneas. Además, los mercados de forwards
han cambiado recientemente de posición. Ahora, las
expectativas generalizadas apuntan a recortes de ti-
pos, en particular tras la rebaja por parte de la Reserva
Federal de EEUU en su reunión de julio.
Esto se debe a varias razones: en primer lugar, los
bancos centrales han sido más tímidos de lo que mu-
chos pensaban a la hora de tomar medidas sobre las
políticas fiscal y monetaria. En segundo lugar, los mo-
delos econométricos son de naturaleza difíciles de re-
vertir, ya que sus previsiones están basadas únicamen-
te en lo que ha ocurrido históricamente. Por eso, estos
modelos generalmente predicen una rápida recupera-
ción de los tipos, pues comparan su situación actual
con el promedio a largo plazo en lugar de analizarlo te-
niendo en cuenta las condiciones materiales. Sin em-
bargo, y en tercer lugar, cada vez hay más pruebas de
que existen factores estructurales que pueden hacer
bajar los tipos de interés a largo plazo.
Esto es de lo que deben preocuparse ahora los ana-
listas. Hay muchos puntos de vista diferentes sobre lo
que está empujando el rendimiento de los bonos hacia
abajo. Por un lado, hay quien argumenta que se debe a
un aumento estructural de las tasas de ahorro a medi-

da que envejece la población mundial. En los últimos
diez años, esto se ha visto reforzado por la entrada de
China en el mercado financiero mundial, con su gran
superávit por cuenta corriente. Otros hacen hincapié
en la relativa baja intensidad de capital que necesitan
las empresas tecnológicas, que actualmente impulsan
la economía, en comparación con sus predecesoras in-
dustriales. Sin embargo, también existen explicacio-
nes cíclicas a este fenómeno, entre las que destaca el
hecho de que el rendimiento de los bonos tiende a caer
antes de que se produzca una recesión económica. La
recuperación económica es muy larga y, en caso de
que se produzca un repunte de la inflación, es proba-
ble que los rendimientos tengan que aumentar para
compensar a los inversores.

Primeros indicios
La respuesta a esta pregunta es poco clara y de vital
importancia. La teoría del “estancamiento secular” su-
giere que Europa está siguiendo los pasos de Japón
con unos tipos de interés permanentemente bajos,
mientras que otros están menos convencidos y argu-
mentan que, con el tiempo, las fuerzas que han mante-
nido bajos los rendimientos de los bo-
nos tendrán que revertirse. Ya existen
indicios de dónde podría provenir es-
to; el exceso de ahorros en China em-
pieza a agotarse, mientras que los lla-
mamientos más amplios a una políti-
ca fiscal menos expansiva podrían ab-
sorber el resto. Los baby boomers
también pueden aumentar su gasto una vez que alcan-
cen la jubilación, y disminuirán en número en los pró-
ximos 20 años.
Si bien esto es ostensiblemente positivo para el sec-
tor inmobiliario, supone un dolor de cabeza para los
analistas, ya que el rendimiento de los bonos del Esta-
do representa en gran medida el tipo de interés sin
riesgo. En caso de que la rentabilidad requerida se
mantenga permanentemente baja para el sector inmo-
biliario, los inversores aceptarán rendimientos cada
vez más bajos y aumentarán aún más los precios; ya
hay pruebas de ello en varios mercados de oficinas cla-
ve de Europa Occidental que cotizan por debajo del
3%. Sin embargo, los bonos son líquidos y pueden re-
valorizarse de la noche a la mañana, mientras que los
activos inmobiliarios no pueden hacerlo. En caso de
que se invierta el actual entorno de bajo rendimiento,
muchos inversores inmobiliarios podrían tener que
hacer frente a importantes pérdidas de capital. Los in-
versores inteligentes considerarán la renta como el
principal motor de la rentabilidad para compensar el
riesgo de un posible cambio de régimen en los merca-
dos públicos.

Cómo afectará al sector inmobiliario


mantener los tipos de interés bajos


Los cambios en la norma
concursal que se preparan
deben venir precedidos
de una nueva mentalidad

Responsable de Real Estate para Iberia en UBS AM

Nueva perspectiva frente


a la dificultad empresarial


Socio fundador de PradaGayoso

Francisco
Prada Gayoso

Jesús Silva

Los bonos pueden
revalorizarse de la
noche a la mañana,
pero los activos
inmobiliarios no
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