Expansión - 09.08.2019

(Sean Pound) #1

6 ExpansiónViernes 9 agosto 2019


DIRECTIVOS EN VERANO


PISTAS


Este verano, el Hotel Indigo
Madrid Gran Vía actualiza su
Acqua Brunch y lo convierte en
una fiesta mexicana bajo el
nombre de Acqua Mex. La
experiencia, con un precio de
45 euros, incluye un baño en la
infinity pool de la terraza del hotel
abierta desde las 13:00 horas
hasta el atardecer, una oferta
gastronómica inspirada en México
y una selección de cócteles y
refrescos. Será cada domingo
hasta el 15 de septiembre.

La población de Spitsbergen, la
isla más grande del archipiélago
de Svalbard, vive en la soledad
de saberse la comunidad más
aislada del planeta. La naviera
Hurtigruten, con su itinerario
Spitsbergen y los osos polares-
Una aventura ártica propone dos
recorridos diferentes, norte y sur,
para los meses de agosto y
septiembre respectivamente,
donde el huésped conocerá la
costa noroeste de Spitsbergen
bajo el Sol de Medianoche.

La Casera y Compañía Fantástica
se unen para realizar un diseño
que conmemore los 70 años
de la primera. Una camiseta de
estética retro de algodón que
recupera el legado gráfico de la
marca, tanto en sus colores rojo
y azul como en su enseña, con
la logomanía como punto de
partida. Esta prenda de edición
limitada está a la venta en su web,
en la flagship madrileña de la
firma de moda y en sus córneres
de El Corte Inglés (24,90 euros).

Inspiración


retro para los


días de playa


Una aventura


ártica durante


el verano


‘Brunch’


acuático a la


mexicana


Una célebre canción de hace años
–creo recordar que la cantaba Kim
Carnes– proclamaba el magnetismo
de los ojos de Bette Davis. Esta mara-
villosa actriz , capaz de los más inten-
sos registros dramáticos, era sin du-
darlo la reina del melodrama
highbrow, en el que se sublimaban
sus sentimientos –generalmente
amorosos, y por lo general hechos
pedazos por la vida–, las convencio-
nes sociales, los engaños de un
amante o su infatuación respecto de
la realidad de aquellos amoríos. Así
lo demuestran éxitos como Jezabel,
La loba, La carta o La heredera, cuyo
epítome es La viajera.
Tras todas esas películas –apenas
una muestra de una brillante y ex-
tensa carrera– estaba un potente es-
tudio, Warner Bros., regido despóti-
camente por el Coronel Jack War-
ner, la cabeza en el escaparate de la
gobernanza de un estudio en el que
trabajaban talentos de la producción
como Hal Wallis, el verdadero res-
ponsable de Casablanca. Allí se fabri-
caban películas cuyo horizonte era
presentar historias de índole y hori-
zonte popular, especialmente pelí-
culas de gangsters, luego cine negro,
bélicas y, en general, melodramas de
alto voltaje. Para ello Warner conta-
ba con contratos de larga duración:
siete años casi automáticamente
prorrogados, uno de esos contratos
en los años 40, con un ejército de
guionistas, directores todo terreno
(como Raoul Walsh), excelentes téc-
nicos, especialmente directores de
fotografía, y actores y actrices.
El año 1939 fue para Bette Davis el
de Amarga victoria, uno de los hitos
de su carrera, que en ese año la situa-
ba en la cima del estrellato de Ho-
llywood. Amarga victoria se convir-
tió desde el primer momento en un
empeño personal de la actriz, y que
se rodara evidencia su poder en un
estudio poco dado a satisfacer de-
seos y caprichos de sus estrellas. Da-
vis estaba fascinada con las posibili-
dades que le ofrecería la pieza teatral
en la que se inspira la película escrita
por George Brewer y Bertram Bloch
y estrenada sin gran éxito en 1934. El
combate fue épico porque Jack
Warner no entendía la obsesión de la
actriz por una obra de teatro de nulo
éxito y cuyo argumento comenzaba
como una comedia sofisticada en el
mundano universo de los ricos de
Long Island. Cuando a la protagonis-
ta se le diagnostica un tumor que tras

Bette Davis en ‘Amarga victoria’,


la apoteosis del melodrama


ÉXITO El magnetismo de la actriz brilló en esta historia sobre una enferma terminal.


El empeño de la actriz en
sacar adelante la película
demostró su nivel de
influencia en la Warner

En la cinta figuran jóvenes
actores del momento
como Ronald Reagan o
Humphrey Bogart

CINE DE GESTIÓN


Por Eduardo Torres-Dulce Lifante

la operación se revela maligno, se
transforma en un melodrama sin
más suspense que el cambio psicoló-
gico de la enferma que no sólo se nie-
ga a ser infeliz sino que se dispone a
vivir la vida intensa y gozosamente y
a hacer felices, planeando incluso su
futuro sentimental, a los que la ro-
dean y aman.

‘Tour de force’
La ficha técnica de la película mues-
tra el poderío de un estudio como
Warner Bros. en 1939. La produc-
ción quedó en manos de Hal Wallis,
que odiaba y era odiado por Jack
Warner porque el primero zancadi-
lleó literalmente a éste cuando iba a
recoger el Oscar por Casablanca, al-
go que hizo que Jack provocara la
casi inmediata salida de Wallis de la
productora. El guion, un verdadero
tour de force a la hora de adaptar la
obra teatral y conferirle un ritmo de
melodrama lleno de clímax y pathos,
sin olvidar que estaba escrito muy
especialmente para que todo girara
alrededor de Bette Davis, era obra de
Casey Robinson, uno de los grandes
escritores de películas de Ho-
llywood. Su huella en Casablanca
era harto visible y era conocido co-
mo “el maestro de la adaptación”, al-
guien que congeniaba con naturali-
dad con el talento dramático con el
que se movía Davis. Ésta no era fácil

ma de poder de un gran estudio en
Hollywood durante los años dora-
dos, porque junto a Davis podemos
ver a George Brent, uno de los gala-
nes que sobrevivieron al peligroso
paso del mudo al sonoro, aunque ya
en la cuesta abajo. Pero al lado de
Brent uno se sorprende al ver a dos
jóvenes e impetuosos actores que in-
tentaban colocarse en primera fila
como Ronald Reagan y un tal
Humphrey Bogart. Warner, de nue-
vo gracias a la presión de Davis, eli-
gió como director a Edmundo Goul-
ding, uno de sus eficientes contract
directors de la casa.
El éxito de la empresa fue total. La
revista Newsweek la saludó diciendo
que “si Amarga victoria fuera un au-
tomóvil, sería un Rolls-Royce”. La
película logró cuatro nominaciones
a los Oscar, entre ellas la de Mejor
Película, Fotografía, Banda Sonora e
inevitablemente otra para Bette Da-
vis, que se quedó fuera de los galar-
dones en ese año de competencia es-
tratosférica. No obstante, todo el
mundo saludó con admiración la ac-
tuación de Davis que, contemplada
hoy, se observa con esa misma admi-
ración por los mil matices que con-
fiere a un personaje que alguien con
menos talento habría convertido en
algo convencional y lacrimógeno.
No así Bette, con su personalidad
más allá de sus magnéticos ojos.

de fotografiar ni iluminar para la
pantalla pues su fascinante rostro,
anguloso, entre sensual y adusto,
obligaba a notables trabajos, por lo
que elegir a Ernest Haller como di-
rector de fotografía era apostar por
crear una atmósfera evanescente en
la que la sutileza del personaje –una
rica heredera enferma de cáncer que
decide ordenar sentimentalmente el
mundo que la rodea– requería de un
profesional competente como lo fue
siempre Haller. Otro excelente par-
ticipante era Orry Kelly, el primer
amante americano de Cary Grant,
con el que vivió en Nueva York. Ke-
lly ha sido posiblemente uno de los
grandes figurinistas y directores de
vestuario de la Historia del Cine, un
capítulo que Davis cuidaba especial-
mente. Finalmente la lectura del re-
parto es la prueba evidente del siste-

Davis intervino en varios aspectos de la producción del filme y dotó al personaje protagonista de numerosos matices.
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