—Ti... Tienes razón. También pensé en eso —señaló Sam. Luego
añadió—: Es por eso que no estaba tan seguro.
Hubo un incómodo silencio por unos segundos. De pronto todos
escucharon.
—Lo haré.
Morgan finalmente tomó una decisión. Sus ojos revelaban mucha
convicción.
—¿¡E-Estás seguro!? ¡No sabemos si esta sustancia tendrá efectos
secundarios! —advirtió Samuel bastante preocupado.
—Sí. Soy consciente del riesgo... —El chico miraba fríamente—.
Pero ya me cansé de no saber nada. Si lo que Esmeralda dice es cierto...
entonces todo encajará a la perfección; mi amnesia, desmayos, las visiones.
Quizás el tiempo en el que tuve esos repentinos episodios de amnesia,
también fue el lapso en el que experimentaban conmigo.
››De hecho, en una ocasión supuestamente estuve en coma por tres
meses. Seguramente fueron los días en los que hicieron lo que quisieron con
mi cuerpo.
Todos lo escuchaban seriamente. Él continuó.
—Debo empezar a creer en la posibilidad de que Caluti no es mi
verdadero padre, que me ha estado engañando y ha experimentado
conmigo.
Morgan apretó sus puños con el ceño fruncido; los presionaba tan
fuerte que las venas le sobresalían de sus sienes y de sus manos. Tenía la
mirada clavada al suelo, cuando de repente se lanzó contra Boldort
intentando propinarle un golpe fatal a su cuello. Unos segundos antes de
que su puño tocara al Raxán, un rayo de plasma impactó al chico
estrellándolo contra la pared metálica. Esmeralda fue quien había disparado
ese potente rayo.
—Justo a tiempo... Casi no lo logro —dijo ella con frialdad.
La chica todavía apuntaba el arma en dirección a Morgan, cuyo
cuerpo se hallaba inconsciente a unos cinco metros. Tenía una mancha
negra circular en la zona de sus costillas, con bastante humo saliendo de su
herida. Boldort cayó de rodillas; horrorizado al ver su muerte tan de cerca.