››El jefe de la fábrica nos ordenó que viniéramos por nuestros
familiares. Quiere llevarlos a un refugio que está más hacia el centro de la
ciudad. Desea que los obreros formemos parte del “ejército pigmentado”.
—¡¿Qué?!... ¡Tienes que estar bromeando! ¿¡En verdad lucharás,
padre!?
Abigail lloraba y lo abrazaba con fuerza.
—¡No quiero que mueras!
—¡No, no! ¡Hija! ¡Mira!... —Su padre la apartó y sacó una tarjeta
con una foto suya—. A los objetores de conciencia como yo, se nos dio un
permiso especial. Al estar en contra de la guerra, podremos ir hacia las
regiones del norte para resguardarnos.
››Tengo amigos en Lamkar, pero debido a la situación actual, no sé
qué será de ellos. Realmente no sé a dónde iremos.
—¡Querido!... ¡Tengo mucho miedo! —dijo Susan mientras seguía
llorando. Ella abrazó a su esposo y confesó—: ¡Me preocupan las niñas!...
¡Debemos ir cuanto antes a un lugar seguro!
—¡Lo sé, querida! ¡Yo solo!... —Zilak lucía realmente indeciso—.
¡Solo déjame pensar en algo! Pero, mientras estoy en eso...
En ese momento miró a Abi y a Cloe.
—¡Niñas!... ¡Quiero que vayan a su habitación y junten todas sus
cosas en maletas!, pero recojan solamente lo que consideren más
importante.
››Su madre y yo también haremos nuestros equipajes. ¡Háganlo
rápido!... ¡No hay tiempo que perder!
Todas asintieron obedeciéndolo. Las chicas subieron las escaleras, y
luego de recorrer por un corto pasillo, entraron a su habitación compartida.
—¡Solo lo importante! ¡Solo lo importante! ¡Solo lo importante!...
¡¡¿Qué es lo importante?!! —repetía Abigail mientras juntaba sus cosas
haciendo un gran desorden.
Cloe también empezó a juntar su ropa. Ella se acercó al escritorio
pegado a su cama, y luego de haber llenado las maletas con sus
pertenencias, decidió abrir uno de los cajones. De ahí sacó un retrato en el
que salían sus padres, Morgan y ella. Era una foto de cuando todavía eran
pequeños. Al lado del cuadro había una vieja carta, a la cual miraba con