indecisión. Sin embargo, después de escuchar que las llamaban desde el
piso de abajo, tomó la carta con la foto y las guardó rápidamente en su
mochila.
—¡Chicas!... ¡Su madre y yo ya estamos listos! ¡Apresúrense para
irnos de inmediato!... ¡No debemos perder más tiempo!
Ellas bajaron inmediatamente y todos se reunieron alrededor de una
mesa en el comedor. La madre comenzó a hablar.
—Querido, aquí están nuestros ahorros de todos estos años.
—¡Genial, amor! Ahora, solo déjame pensar... ¡Ah! ¡Mi primo que
vive en Krama!... Nosotros quizás podrí...
—¡¿Krama!?... ¿¡Con el tío Darwin!?, ¡no, no, no, no! —Lo
interrumpió Abi con vehemencia—. ¡No quiero ir allí!
—¡Es nuestra opción más viable! —respondió Zilak desesperado.
—¡¡No!! ¡¡Ya dije que no!!
—¡Abigail! ¡¡No discutas!!... ¡¡Lo hago por ustedes!!
—Oigan, yo... —decía Cloe con timidez, pero nadie la escuchaba.
—Querido... ¿Y si nos vamos a la casa de mi amiga Julia que está en
Yalas? —comentó Susan.
—¿Julia?... ¿Te refieres a tu excompañera de la academia culinaria?
—Él miró sorprendido a su esposa—. Pero si no hablas con ella desde...
¿Hace cuánto? ¿Unos quince años?... ¿Al menos sabes su dirección?
—Oigan... Papá, mamá, Abi... Yo tengo... —Volvió a decir Cloe en
voz baja, pero nuevamente nadie la escuchaba.
—Yo... creo que sé en dónde vive... —Susan titubeaba un poco
nerviosa—. Aunque no estoy muy segura.
—¡Entonces, no se diga más!... ¡Iremos a la casa de mi primo
Darwin!
—¡Papá!... ¡Yo no iré con ustedes! ¡Me quedaré aquí!
—¡¡Abigail!!... ¡¡Eres igual de testaruda que tu madre!! ¡¡Susan!!
¡¡Dile algo a tu hija!!
—Querido... Sabes que Darwin tiene aficiones extrañas.
—¡¿”Extrañas”, madre?!... ¡¡ ¡El tío Darwin diseca ranas y ratas
para luego colgarlas en la pared!! ¡¡Eso no es “extraño”, es turbio!!