—No, al contrario, si nos basamos en los últimos sucesos, creo que
tu razonamiento es bastante lógico —comentó Lu.
El detective Cleman no parecía estar muy convencido.
—Aun así, me parece innecesario alarmar a la gente de esa forma.
—Ya lo expliqué; creo que fue un mal cálculo por parte de Caluti —
Esmeralda se veía seria mientras hilaba todos los eventos en su mente—.
Aunque también está la posibilidad de que haya revelado la verdad como
excusa para crear repulsión hacia los gobernantes.
››Si creaba ese odio, entonces podría justificar esos asesinatos, y de
esa manera ascendería al poder con mayor facilidad.
››Además, juzgando por la metodología de Caluti, puedo apostar a
que simplemente está utilizando a los empleados del gobierno para sus
propios beneficios.
››Para ese psicópata, esas personas son como piezas descartables de
un juego de mesa. También me atrevo a afirmar que ninguno sospecha de
él, eso debido a su grandilocuencia y capacidad de persuasión.
—Tienes razón, Esmeralda —dijo Lu con más seriedad que antes,
entonces confesó—: Yo mismo fui testigo de cómo mató, sin ningún tipo de
culpa, a la periodista y al camarógrafo.
››Esas personas jamás se imaginaron que serían vilmente
traicionadas. Incluso abandonó a los policías en la azotea, dejándolos a su
suerte. Todo eso, sin mencionar que también disparó e hirió a la señorita
Návila.
Samuel sonrió y miró tímidamente al suelo. El chico hizo un
comentario intentando no sonar ofensivo.
—Esmeralda, tú me recuerdas un poco a Caluti.
Al oír eso, ella sintió un pequeño dolor en el pecho, pues lo último
que deseaba era ser comparada con su peor enemigo. Sin embargo, lo que
más le dolió fue que Sam fuera el que se lo dijera. Aun así, la chica intentó
no mostrar sus emociones.
—Sí, admito que también utilizo a las personas, y aunque en este
salón hay gente imprescindible para mis planes; como Lu o Cleman, no