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DIETA MEDITERRÁNEA Y PREVENCIÓN CARDIOVASCULAR: MITO O REALIDAD
no sea que bebiendo olviden sus decretos y perviertan la
causa de todos los desvalidos» (libro de los Proverbios);
«Y Yo os digo que desde ahora no beberé de este producto
de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros, nuevo,
en el Reino de mi Padre» (San Mateo, 26, 29, última cena).
«No bebas ya agua sola, toma un poco de vino a causa
de tu estómago y de tus frecuentes indisposiciones» (san
Pablo, epístola a Timoteo).
Además, el aceite de oliva se ha utilizado para
la santa unción y en diferentes ritos, como el bautismo,
la consagración de obispos o la extremaunción. Dice el
Corán, el libro sagrado de los musulmanes, que quisieron
hacer al olivo «rey de los árboles» y él se negó a partici-
par de las labores políticas, «dado el papel que el Creador
esperaba de él», que era producir un zumo natural, lim-
pio, que se pudiera utilizar en caliente y en frío, en crudo
y en cocción; que mantuviera imperturbables sus cualida-
des organolépticas de sabor, olor y palatabilidad, incluso
sometido a altas temperaturas; que permitiera mante-
ner los oligoelementos, las vitaminas y los minerales de
los alimentos a los que acompañaba y que retrasase el
envejecimiento.
También el pescado, ligado tradicionalmente a la
Cuaresma española en esos viernes en que estaba vetado
el consumo de carne como algo impuro, figuraba en la
representación del cristianismo de los primeros siglos y de
las catacumbas, y simbolizaba la pureza en la alimentación.
Ahí está el milagro de la multiplicación de los panes y los
peces.
España, despensa de la dieta mediterránea
Cualquier geógrafo sabe que las tierras bañadas por el mar
Mediterráneo tienen un paisaje homogéneo de campos de
cereales, olivares y cepas de viñedo. Todos los pueblos que
han ido pasando por la historia de España valoraron este
país como una despensa saludable. Cartagineses, fenicios
y helenos hablaron de los extraordinarios atunes, pulpos y
congrios de las costas hispanas, sin olvidar las excelencias
de la caza de sus mesetas.
Los romanos fueron los mejores embajadores de
nuestros productos: hortalizas, vino, cereales, frutas y
especialmente aceite de oliva. Los visigodos, contraria-
mente a la teoría de que invasión es igual a modificación
de costumbres, adoptaron la cultura del aceite de oliva
como propia. San Isidoro, en su libro de las Etimologías
decía: «El aceite de oliva, llamado español, obtenido de la
aceituna madura, es el más adecuado para condimentar».
Los pueblos del islam también potenciaron el prestigio de
nuestros cereales y consiguieron aclimatar en sus países
una gran variedad de frutas hispanas. Al mismo tiempo, se
hicieron exportadores de nuestro aceite de oliva por todo
el Mediterráneo.
Fueron los monjes medievales quienes guardaron
la cultura de la dieta mediterránea en sus monasterios.
Hoy conocemos su alimentación y también que tenían
una esperanza de vida 10 años superior a la media de la
nobleza y el pueblo llano. Se atribuye precisamente a su
dieta esa mayor supervivencia.
Productos vegetales de la dieta mediterránea.
TABLA 1. Composición y caracteres de la dieta
mediterránea
Alimentos
Aceite de oliva
Pan como alimento básico
Vino en las comidas (tinto)
Fruta como postre
Otros elementos característicos:
- Frutos secos sin sal
- Café
- Ajo
- Cebolla
- Tomate
Verduras, legumbres y otras hortalizas
Estilo de vida integral y saludable
Ejercicio físico
Bailes clásicos
Paseos
Tertulias
Siesta moderada